Ciberciudadanía
La Educación para la Ciudadanía tiene como objetivo favorecer el desarrollo de personas libres e íntegras a través de la consolidación de la autoestima, la dignidad personal, la libertad y la responsabilidad y la formación de futuros ciudadanos con criterio propio, respetuosos, participativos y solidarios, que conozcan sus derechos, asuman sus deberes y desarrollen hábitos cívicos para que puedan ejercer la ciudadanía de forma eficaz y responsable.
Como en todas las áreas, en la tecnología debe de existir un código de normas con bases éticas que puedan regir el buen comportamiento de los usuarios y desarrolladores.
Ser ciudadanas y ciudadanos es aprender que no somos más ni menos que nadie. Es protagonizar actos de justicia, de buen trato. Es ejercer ese doble rol del derecho y del deber. No es simplemente tener un DNI o tener edad para elegir a las personas que nos representan en la vida política. Es participar, opinar, ceder, pedir cuentas, proponer y no esperar a que las iniciativas vengan de afuera o a que no vengan para hacer lo que nos dé la gana. Es aprender a ser importantes para las demás personas y que las demás personas nos importen. Y esa importancia se mide sobre todo en hechos capaces de garantizar, no de negar, el derecho a la vida digna, el buen nombre, la intimidad de las personas y todos los demás derechos que podrían resumirse en uno solo: el derecho a ser personas diferentes e igualmente valiosas.
Hoy la convivencia y la ciudadanía no se viven sólo cara a cara, sino también a la distancia, mediada por múltiples pantallas. Todas ellas, junto con Internet y el ciberespacio, son los nuevos escenarios de la vida hoy. Allí también nos enamoramos, trabajamos, estudiamos, viajamos, compramos, y por supuesto, nos fortalecemos o nos debilitamos como seres humanos. Lo que en estos espacios se hace, no es distinto de lo que se hace fuera de ellos. No son las tecnologías ni las herramientas las que nos dan o nos quitan bienestar. Son las relaciones humanas o inhumanas que establecemos.
Es probable, y además deseable, que de la misma manera, lo que ya existe adentro se contagie afuera del ciberespacio. Si así fuera, aprenderíamos a tumbar fronteras, a acercarnos a gente distinta y distante, a construir más poderes sin centro, a tener más facilidades para expresar la opinión propia, no sólo para escuchar la ajena. Democratizaríamos un poco más la democracia. ¿Qué es la ciudadanía digital?
En el momento de hablar de ciudadanía digital no podemos evitar preguntarnos si, acaso, hay una ciudadanía digital y una real. ¿Se comporta diferente el que pertenece al ciberespacio que el que habita una ciudad o un país del mundo físico? La respuesta a este interrogante no tiene una sola cara; podríamos decir que no, que el habitante del ciberespacio o de una ciudad debe motivarse por los mismos motores éticos y que, así como no robaríamos carteras en la calle, tampoco hurtaremos contraseñas bancarias. Pero, al hacer esta consideración, salta a la vista una gran diferencia: en la calle todos nos ven, hay agentes de policía, hay cámaras de seguridad; en la red, por otro lado, no.
El concepto de ciudadanía digital no se sostiene sobre la oposición a la ciudadanía real; es decir, no estamos hablando de que los comportamientos del ciudadano digital se rijan por parámetros éticos distintos. El asunto aquí consiste en que la ciudadanía digital tiene unas características propias que demandan que se comprendan su naturaleza y sus implicaciones.En principio, en un ciudadano es el habitante o vecino de una ciudad; por ciudad comprendemos, básicamente, un conjunto de edificaciones concentradas en un núcleo geográfico densamente poblado y cuyos habitantes, en su mayoría, se dedican a actividades no agrícolas. Dentro de esta definición inicial caben las ciudades de un país cualquiera y los ciudadanos serían todos sus habitantes. Ahora, esta concepción de ciudadanía se ha ido complejizando con el surgimiento de otros espacios de ciudadanía: el ciudadano europeo, el ciudadano del mundo y, en nuestro caso, el ciudadano digital.
Ser ciudadano no se resume a ser habitante de una ciudad, entendida como núcleo urbano, sino que hay otros factores a tener en cuenta. Como vemos en el caso de la ciudadanía europea o del mundo, compartir el espacio geográfico no es una condición determinante para el ciudadano, sino que se trata de una cuestión de reconocerse y ser reconocido como parte de una comunidad. El sentirse miembro de una comunidad tiene muchas implicaciones y no resulta tan fácil definir cuáles son las condiciones para que alguien se reconozca ciudadano de algún sitio.
Ser ciudadano no consiste únicamente en un estatus político o legal, ni se reduce a compartir un espacio geográfico, sino que trae acompañado una serie de reconocimientos e identidades. Con esta idea, podemos acercarnos a la concepción de ciudadano digital: ¿qué significa ser un ciudadano digital?
Para esbozar el concepto de ciudadano digital podemos comenzar afirmando que él, como todo ciudadano, hace parte de una comunidad humana. Esta pertenencia implica que él se reconoce y es reconocido por otros como parte de la comunidad; como consecuencia de esta pertenencia, el ciudadano digital, como otros ciudadanos, obtiene unos derechos y unos deberes dentro de esta comunidad.
De acuerdo con esta idea, es importante que, en primer lugar, el ciudadano digital se reconozca y sea reconocido como miembro activo de la comunidad para, de esta manera, poder asumir sus derechos y deberes. Ahora, ¿qué tipo o cuál comunidad es ésta que acoge al ciudadano digital? Podemos definirla como una comunidad virtual, es decir, que no habita otro lugar que el ciberespacio, con todas las implicaciones que este hecho tiene. De esta suerte, los derechos y deberes que adquiere el ciudadano digital tendrán que ver con el uso ético de las TIC, esto es, con asumir los parámetros de conducta que permitan mantener y consolidar esta comunidad fundada sobre los pilares de la virtualidad y la tecnología.
¿Qué características tiene una comunidad virtual?
1. La comunidad virtual es un tipo de comunidad humana y, por lo tanto, se define por reunir un grupo de personas con características comunes como son el espacio
2. La comunidad virtual es un tipo de comunidad humana y, por lo tanto, se define porque el grupo de personas que reúne generan un sentido de pertenencia y, en esa medida, se reconocen como miembros de esa comunidad, asumiendo las condiciones y responsabilidades que eso implique.
3. La comunidad virtual se caracteriza por ser global, es decir, por no estar restringida por un espacio físico sino por incluir a personas de todas las zonas geográficas.
4. La comunidad virtual se caracteriza por depender de la tecnología digital pues ésta otorga la infraestructura que pone en contacto a los miembros de la comunidad.
5. La comunidad virtual se caracteriza por ser dinámica pues:
o Sus miembros aumentan y disminuyen todo el tiempo.
o Todos los miembros emiten y reciben información de manera simultánea.
o No es posible esquematizar una Jerarquía que estructure a los miembros de la comunidad.
6. La comunidad virtual se caracteriza por ser diversa, es decir, está compuesta por miembros de todas las edades, géneros, preferencias sexuales, razas, niveles sociales, económicos y educativos.
Código de conducta
El código de conducta para el uso de TIC es un tipo de código de conducta y, por lo tanto, orienta el comportamiento que debe mantenerse en un contexto, espacio o situación determinada, de manera que las personas pueden usar sus lineamientos para prevenir conductas perjudiciales para sí mismas o para los otros.
Se caracteriza por reglamentar el comportamiento de los miembros de una comunidad virtual
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